CAPÍTULO 4
Volvía a ser de noche. Pero era una noche más clara, con estrellas de linternas y una bonita luna llena como lámpara en un techo negro azulado. No hubo problemas durante el vuelo nocturno, aunque esta vez fui más cuidadosa y miraba a todos lados continuamente. Al llegar al sitio acordado, un gran claro con un lago en el bosque, estaban todas mis amigas y eso me alegró. Me acerque más y vi un destello en los ojos helados de mirada cálida y amistosa de Garra. Ese destello no era cualquier cosa, si no algo descubriría más adelante, algo que ignoraba por completo totalmente ajeno a un bonito encuentro como este. Algo oscuro acechaba en las sombras, la oscuridad llegaba y los collares se preparaban. Viene la oscuridad.
– ¿ Como te sientes?- preguntó Pluma. – Bien gracias a Garra- contesté sonriendo. -¿ Nos explicas lo que pasó?-, -Pues claro-.
Y comencé a relatar lo sucedido una noche antes. – Habíamos quedado y salí de mi nido. La noche era oscura y no veía con claridad lo que había a cuatro zorros de distancia. Llevaba un rato volando, y vi el Tronco Hueco por delante, hasta que me sorprendí cuando unas mandíbulas potentes se cerraron sobre mi ala en pleno vuelo. Me cogió y comenzamos a caer el atacante y yo, y a unas alas del suelo, me soltó, pudiendo yo girar la cabeza y ver que quien amenazaba con matarme era un zorro, antes de recibir el impacto en el suelo. Nada amortiguó la caída. Ni hierbas, ni matorrales o arbustos, ni siquiera una flor. El zorro me volvió a agarrar poniendo sus dientes sobre la herida sin piedad alguna. Me liberé revolviéndome -. No iba a contar algunas partes, por ejemplo como escapé realmente, o que por la noche salí de mi casa humana y no de un nido de búho, como ellas creían que era.
-¡Guau!, que emocionante y peligroso, las posibilidades de escapar eran muy escasas-. -No digas eso, Zarpa. Además Candela siempre tiene buena suerte, incluso cuando casi la pillan robando jugo de mora-. Garra dijo esas últimas palabras con un tono pillo para picarme, lo que si consiguió.-¡Hey!-. Contesté mientras le daba un codazo flojo y amistoso.- Jugábamos a verdad o reto, y tu misma me retaste a ir y robar una nuez llena de jugo de mora ,y al intentar volver la dependienta del puesto estuvo a punto de verme. Fue culpa tuya. Además que casi no me dejasteis nada, os lo bebisteis todo vosotras.- Lo dije en tono ofendido, nos gustaba chincharnos y picarnos las unas a las otras. – A propósito…- empezó a decir Pata.- ¿A que no sabéis lo que e traído?-. – Conejo-. – Gorrión-.-Pescado-, empezaron a disparar todas. -Vino de uvas-. -Caliente, Garra-. Que sería…- ¡Jugo de uvas!-. – ¡Siii!-.
-¿Como lo has adivinado?- me preguntó Pluma. -Sencillo. Dijo a propósito cuando hablábamos de eso y le dijo caliente a Garra cuando ella pensó que sería vino de olivas- -Pues vamos a traerlo, y ¿ cuantas botellas son?-. -Cinco botellas y siete nueces llenas- contestó hinchando el pecho con orgullo Pata. -Por allí-. Fuimos todas volando hasta el sitio cercano donde había escondido el jugo de mora Pata, lo trajimos al claro con el lago y comenzamos a beber. -Que rico-. -Yo creo que ya estoy un poco borracha, pero seguiría bebiendo por el buenísimo sabor – dijo Zarpa a Pluma a modo de respuesta. Fue una noche como la anterior, magnífica. Bebimos y charlamos hasta que me fui a las 3 de la mañana, para dormir un poco por lo menos. El resto se extrañó, pero no le prestaron mucho caso.